Previamente hemos visto cuáles son las consecuencias físicas de una amputación y el impacto que tienen en las personas. Además, la gran mayoría piensa que estas son las mas notorias en una persona amputada, pero, ¿y que hay del factor psicológico?
Muchas personas en los primeros meses después de una amputación admiten haber vivido momentos de ansiedad y depresión. Realmente existen varios factores por los que estas personas experimentan estas situaciones, que comentaremos a continuación.
Otro factor es el de la comodidad. Normalmente a este tipo de pacientes se les pone una prótesis para remplazar la extremidad amputada. Muchas veces esta prótesis resulta incómoda para el usuario, ya que puede sentir que la prótesis pesa mucho, o que genera gran tensión en los músculos.
Por otro lado, estas personas experiencian a su vez fracasos funcionales. Es decir, estas personas se frustran cuando ven que son incapaces de hacer algo que antes sí podian hacer, como por ejemplo atarse las zapatillas. Todos estos factores hace que el paciente sufra una pérdida de aceptación, y por tanto se crean problemas interpersonales.
Por ello, existe la terapia espejo. Este método de rehabilitación trata de poner un espejo en perpendicular de la extremidad que tiene sano el paciente, y así conseguir ver el reflejo como si fuese el miembro amputado. Esta técnica no solo permite que el paciente recupere sus capacidades motoras, si no que encima permite que el mismo vaya aceptando poco a poco su enfermedad. Más adelante hablaremos más profundamente de esta técnica terapéutica.
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